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lunes, 20 de julio de 2015

ORGULLOSO DE HABER SIDO, Y DE HABER(OS) TENIDO

Lo realmente bonito de esta vida es que todo tiene un principio y  un fin; tanto las duras rampas al 15 % y con cuarenta grados a las doce del medio día, como los suaves descensos de mañana a los pies de las montañas. Todo va pasando, y existiendo solo en el recuerdo de los que lo vivieron. No hay nada eterno, y hay que saber disfrutar de cada kilómetro en movimiento, ya que en esta ruta no existen los periodos de descanso a la sombrita de un árbol, ni las vueltas atrás para disfrutar nuevamente de la ascensión o bajada de aquel bonito puerto. Un sevillano de Soria, de frente despejada y claras ideas, lo explicaba muy bien en uno de sus poemas más famosos.     

Desde el primer momento en el que decidí hacer esta ruta hasta hoy ha transcurrido casi año y medio para darle vueltas. Unos diez y ocho meses en los que cada día, aunque solo sea unos segundos he pensado en ello. En los pros, los contras, las múltiples variables que podían conducir al fracaso, el hecho de que algunas de ellas eran controlables por mi, pero otras muchas no... en resumidas cuentas, llevo aproximadamente unos quinientos treinta días queriendo hacer algo, y planteándome dudas sobre si sería capaz. La conclusión racional de todas esas valoraciones siempre fue la misma... ¿qué necesidad tienes? no lo hagas. ¿Por qué?... ¡joder! tienes una bici de hace  diez años, pesa quince kilos,  no la has llevado al taller nunca, entrenas poco, estas muy gordo cabrón, te orientas mal, los Alpes no son La Misericordia, Roma está a 1700 km, no sabes francés ni italiano, y el ingles lo hablas fatal... ¿sigo?. Todo aconsejaba que no, pero el corazón decía que sí. Y el muy hijo de puta fue aprovechando los momentos de despiste de la cabeza para dar pasos de no retorno, hasta que el día 26 de junio sin saber muy bien cómo, se encontró con unos cuantos buenos amigos a las seis de la mañana en la puerta de casa, dispuestos a despedirme en mi camino a Roma.

Tras los 177 km de calor extremo el primer día en los Monegros, las dudas se incrementaron y empezó a salir mal, lo que todos los análisis previos decían que saldría mal. La cabeza decía "Ya te lo dije" y el corazón "¡Que te pires, déjame en paz!". Los dos días de después en los Pirineos, con mi hermano como apoyo la cosa fue a mejor, en las tres etapas llanas por el sur de Francia las piernas se recuperaron y el culo resistió, y en las dos de los Alpes todo el cuerpo alcanzó el mejor punto de forma que había tenido nunca. En Italia y tras otras tres duras etapas de rompepiernas me reuní con Joaquín en Pisa, y una vez juntos, con mi amigo tirando de mi, ya empecé a pensar en Roma como una posibilidad realmente factible. Las salidas eran duras para la cabeza, al pensar en los 130 km y 8 horas que tenía por delante; y las llegadas duras de piernas con cuarenta grados a la sombra. Pero entre una y otra disfrutaba cada día del ciclismo, la aventura y lo que a cada minuto me iba ofreciendo la carretera. Cada día fue diferente pero en todos ellos, al llegar al hotel, cumplía con una rutina que ha sido vital a la hora de recuperar fuerzas para emprender una nueva jornada. Todas las tardes cogía el móvil, me conectaba a la red wifi y leía los mensajes de apoyo que llegaban desde casa. Nunca en mi vida me he sentido arropado por tanta gente como durante esa semana, y estoy seguro de que sin ese apoyo me hubiese rendido mucho antes de llegar a los Alpes. Por ello, por ese apoyo personal, y por el de todos los que también habéis colaborado económicamente  con la Federación Aragonesa de Alzheimer (www.alzheimeraragon.es) una vez más muchas gracias.

En "Masticando Cristales" el Kutxi hablaba de una mujer "orgullosa de haber sido una yegua sin freno y desgastada de andar por el suelo". Pues bien, yo también estoy orgulloso de haber sido durante estos días algo parecido a un caballo sin freno, de haberme desgastado y seguir haciéndolo por el roce de mis zapatos contra el suelo y no por el del aire en mi cabeza. Pero sobretodo estoy orgullo, he haberos tenido a mi lado en esta bonita aventura.  A pesar de lo que me gusta escribir, no consigo encontrar las palabras para expresarlo; sinceramente, no os hacéis una idea de lo agradecido que os estoy por ello. Por haber hecho esto posible... ¡¡¡Muchísimas gracias amigos!!!


   

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