Carta previa, km 0

A poco más de 13 horas para dar comienzo a este reto, retornamos a la tarde de Navidad del año 2013. Tarde de fuerte resaca y sensiblería extrema (es lo que tienen esas fechas) en la que se empezó a forjar este proyecto. Ahí os dejo la carta (muy moñas... aviso) que escribí aquel día ligeramente modificada. Espero que la leáis y os guste. Ya que a partir de mañana, se acabó el tiempo de las palabras.   


"Me encanta la Navidad. Me encantan esos quince días en los que bajamos la guardia, como si no tuviésemos nada de lo que defendernos. Me encantan esos días en los que dejamos de comportarnos como imbéciles egoístas, para hacerlo de un modo fraterno y extremadamente cordial, con los que día a día tienen a bien aguantarnos. Me encantan esas dos semanas en las que los Reyes Magos vuelven a existir, y por la noche vienen a visitarnos... Me encanta la Navidad. Reconozco que me gusta, y que durante esa maravillosa época del año, siempre re-visualizo Love Actually. No hay nada mejor la tarde de Navidad que pasar nuevamente ese simplón, almibarado y tópico peliculón.

El inicio de la misma trascurre en la terminal de llegadas del Aeropuerto de Headrow unos días antes de Navidad. Padres que reciben a sus hijos tras varios meses estudiando fuera, chicas que besan apasionadamente a sus novios, viejos amigos que se reencuentran en un fuerte abrazo años después de haber separado sus caminos, dignos abuelos a la espera de reunir quizá por ultima vez a todos sus nietos en casa... Entre todos ellos surge una pregunta. ¿Qué mueve a los seres humanos?¿que fuerza oculta es la que mueve el mundo?. ¿Es el dinero?¿es el poder?¿es la fama y el reconocimiento social? ¿es el éxito?¿es el sexo quizás?... Negativo. Aunque suene cursi decirlo, la única fuerza capaz de mover a los seres humanos, el único combustible con el que se puede hacer girar el planeta, es el amor.

Todos hemos dicho alguna vez eso de "Cuando me muera me gustaría echar la vista atrás, y poder decir que ha merecido la pena". Pues bien,  desgraciadamente en algunos casos esto no es posible. Hay quien al llegar esa fatídica hora, echa la vista atrás, y no ve absolutamente nada. No se me ocurre un final mas cruel que ese. Echar la vista atrás y no recordar a las personas a las que has amado, a aquellas que te han amado. Tenerlos delante y ver solamente extraños. Nadie, por malvado que haya sido en vida, merecería tener un final así.

Por todos esos que en el ocaso de su día no son capaces de recordar todo lo que en vida han sido capaces de amar, el viernes 26 de Junio hallaremos el camino a Roma, y si no existe, nosotros mismos lo abriremos".